El teatro de los sueños

enero 5, 2020 Reflexiones Comments (0) 789

La casa-museo de Figueres, un único bloque surrealista

Situada cerca de la frontera con Francia, la ciudad de Figueres se muestra al viajero como un único y compacto bloque surrealista en el interior de la provincia de Gerona. Entre polígonos industriales y húmedos bosques de robles, encontramos este pequeño núcleo urbano –por extensión, ya no por historia– mundialmente conocido gracias al genio creativo del más ilustre de sus ciudadanos: Salvador  Dalí. Con su Teatro-Museo concedió a Figueres un nuevo legado artístico con el que introducirse  en el mundo del turismo internacional. La mejor prueba de dicha transformación la constituye la  Torre Galatea, anteriormente conocida como Torre Gorgot y última parte de la antigua muralla de la ciudad. Aquí fue además donde el pintor quiso transcurrir sus últimos años en compañía de su queridísima Gala (mujer y musa de gran parte de su obra). Los conocidos  e imponentes huevos que coronan su torreón –metáfora del origen de la vida– hacen de ella uno de los edificios más extravagantes y aclamados del país. Los trabajos de restauro del viejo teatro comienzan en 1966 bajo la guía meticulosa del mismo Dalí, que en esta ocasión ejercerá de director artístico. Su primer y mayor logro fue completar la estructura portante con una grande cúpula geodésica, realizada por el arquitecto Emilio Pérez Piñero, con la intención declarada de rendir homenaje a los grandes arquitectos del Renacimiento.

Visitar esta casa, significa adentrarse en los meandros de la subjetividad de la mente humana, el mundo del subconsciente y de sus libres asociaciones. La teatralidad de sus imágenes nos invade mientras nos aventuramos entre sus salas, pasillos y ventanas, en un marco espacio temporal que nos confunde y transporta en una dimensión mítica, donde todo vale y nada está establecido: el sueño.

Quiero que mi museo sea como un bloque único, un laberinto, un enorme objeto surrealista. Será un museo absolutamente teatral. La gente que lo visitará saldrá de allí con la sensación de haber tenido un sueño teatral.

La expresividad subjetiva del sueño y la sensación de libertad conceptual que nos producen sus imágenes, marcan en todo aquel que participe a la prueba, un antes y un después, una huella imborrable de nuestra experiencia a través del espejo.

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