Las Gafas de Clark Kent

enero 5, 2020 Reflexiones Comments (0) 752

No hay espacio para el héroe. Lo vulgar se ha convertido en el único dictamen.

Cuántas veces nos habremos preguntado por qué un extraterrestre como Superman se ve obligado a esconderse detrás de una aburrida apariencia humana como es la de su alter ego Clark Kent. Y por qué, pudiendo, por ejemplo, ver a través de las cosas con su visión rayos X, decide ponerse un par de gafas. En definitiva, ¿quién es el loco que renuncia a esos poderes para confundirse entre la gente común, despreciando de esta manera una vida llena de ventajas?

Y muchos de nosotros habremos también imaginado –y deseado– que Clark Kent confesara al mundo su identidad y deshiciera de una vez ese entramado de impotencia y frustración que su precaria situación laboral – y sentimental – nos contagiaba.

“¡Yo lo haría!”, pensamos. Pues no, señores. Nada más lejos. Ya que, de manera lamentable, así es exactamente como nos comportamos hoy. Tras años de esfuerzo y sacrificio, nuestro ser social se ve obligado a retroceder bajo la kriptonita del pensamiento único que debilita. Nos disfrazarnos de Clark Kent para poder encajar en el hueco que se nos ha asignado. Becarios de nuestro proprio yo, no nos es permitido pensar o razonar originalmente bajo pena de exclusión. Un sistema en el que ya no hay espacio para lo personal, porque la moral del grupo se substituye a la del individuo. Un grupo con moral autoritaria. Un reino consumista y aniquilador donde la diferencia es un problema. Y para formar parte de esa comunidad hay que despojarse de lo extraordinario. Hay que mirar a través de los mismos cristales, del mismo vicio de forma.

Y así, una tras otra, el sistema engulle nuestras diversidades autoalimentándose. El resultado es una grande masa homogénea y sin cabeza donde la opinión, la sin razón y la ignorancia ocupan el lugar de los hechos, la lógica y el saber y lo hacen solo porque muchos así lo han aceptado. La multitud que por número se transforma, aspira, a la cualidad. Aceptar el falso ya no es mayor peligro que el de ser alejado del grupo.

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